jueves, marzo 12, 2009

Dos apuntes

Apunte 1: En el patio de mi casa, un canario se desgañita llamando a una hembra que nunca llegará, condenado a ejercer de bufón en la castidad de una jaula. En mi cuarto, por fín entra suficiente luz por la ventana como para tener las luces apagadas, y los radiadores descansan frios. Llevo puesto un jersey, por puro hábito, que en seguida me voy a quitar. La primavera ha llegado.

Apunte 2: Estoy tan mal de calcetines blancos que hoy he soñado que tenía.

lunes, marzo 02, 2009

Pssssiiii, glu glu glu. Um! Ahhhh (bebe schweppes)

La consciencia es algo que no necesariamente hace más feliz al hombre, aunque sí más humano (pero ¿desde cuando el humano es plénamente feliz?). A ver, no te voy a decir que no, tiene sus buenos momentos: alguien más consciente disfruta más de muchas cosas. Pero la consciencia no es un invento perfecto, nos trae la aberración de la interpretación.

El principio que nos rige, el pensamiento, es un pájaro siempre enjaulado en nuestro cuerpo, en esta habitación oscura desde la que sólo puede ver a través de sus ventanas y oir a través de sus oidos. Algunos dicen que al final de la película el pájaro escapa del cuerpo y es libre. Otros pensamos que esa creencia es un subproducto de la aberración de nuestra consciencia. Lo más seguro: ninguno de nosotros tiene razón, porque todos estamos precisamente ahí limitados, en la razón. Siempre puedes tirar la piedra y que no caiga de nuevo, siempre podemos estar equivocados. El pensamiento es un principio, pero nosotros ya somos otra cosa. Somos un pensamiento atrapado dentro de un cuerpo, atrapado en un universo, de los cuales está deseando zafarse para mirar con un poco de perspectiva, y ver qué cojones es lo que está pasando allí abajo.

Y mientras más conscientes somos de lo limitada que es nuestra consciencia (y por lo tanto siempre desde nuestra lente imperfecta), peor podemos enfocarnos a nosotros mismos y lo que estamos haciendo, distinguir el bien del mal. Por eso que hoy en día, en tu pais, sin fanatismos ni irracionalidades a los que seguir ciegamente, nos vemos como botes salvavidas navegando por el mar picado de la vida, sin saber si el lugar hacia el que vamos es mejor del que ya estamos o no.
En fin, que es por eso que la gente se raya, te lo digo yo (desde mis carnes). Al final, hay que resignarse y cargar con la mochila del zoquetismo de uno mismo.

Y eso por no hablar de la hipoteca...