sábado, marzo 29, 2008

Como comprar un candado racionalmente

Hace un par de meses que mi Pía (mi novia) se compró una moto. La consiguió de segunda mano por 700€, o sea, muy buena compra (15.000km, 125cc). Formalizó los papeles y nos dispusimos a comprar un candado. El hombre de la tienda, muy amable, nos sacó toda la gama de sistemas de seguridad que tenía, y nos recomendó que comprásemos una cadena enorme porque con los ladrones todo esfuerzo es poco. La cadena costaba 300€. Obviamente no todo esfuerzo es poco.

Para una moto de 700€ no se puede comprar un candado de 300€. No tiene sentido, es más de un 40% de su valor. Es como si para llevar un perro de 30 kilos empleas una soga de 12 kg, como si a un salón de 10 m2 le compras una tele de 50´ (no, amigo Coria?). Aplazamos pues la compra del candado, ya que teníamos una pitón para ir tirando.

¿Cómo solucionar el dilema?. Cuando el hombre no conoce las leyes subyacentes a la realidad, tira de la estadística. Solo había que observar las motos aparcadas de la calle y valorar su sistema de seguridad. Llegamos a la conclusión de que la gente en nuestra calle empleaba en torno a un 7% del precio de su moto a los candados (con mucha varianza, la verdad), así que compramos un candado de 70€ (10% del precio de la moto) y así nos aseguramos de que no nos robaban. Desde entonces, cada vez que imagino a un ladrón, lo veo yéndose a la moto de al lado.

El destino y las morcillas de Burgos.

La verdad es que la morcilla de arroz es algo que está muy rico, pero podríamos decir sin temor a equivocarnos que no forma parte de la dieta básica de nadie, o incluso que es un alimento que no se suele cruzar demasiado en tu camino (si no eres de Burgos).

El caso es que hacía al menos un año que para bien o para mal no probaba la morcilla de arroz. Hasta que el pasado 28 de febrero apareció mi hermano en casa después de haber estado en el Alberche (Avila) con tres magníficas morcillas de arroz para nuestro deleite. Hasta aquí nada que destacar, salvo la sorpresa de su visita. Al día siguiente llegó un misterioso paquete para Pía (mi novia-compañera de piso) de parte de su abuela que traía entre otras cosas dos estupendas morcillas de Burgos. A los dos días llegó Irene (mi otra compañera de piso-no novia) con sendas morcillas de arroz de turgente aspecto que había en casa de sus padres y que sorprendentemente no quería nadie (con lo buenas que están).

En todo el tiempo que llevo en Madrid nunca había sido propietario de una morcilla de arroz, y ahora tengo en la nevera la difícilmente manejable cantidad de 7. Atonito, busqué en Internet y no existe una temporada específica para las morcillas de Burgos, osea, que las fabrican en igual cantidad a lo largo del año.¿Hay una mano todopoderosa que quiera que acabe aborreciendo la morcilla de arroz? ¿Son recurrentes los desplazamientos de las morcillas de arroz por la geografía española?, ¿Azar o necesidad?.