miércoles, septiembre 14, 2005

Como niños

Es curioso como, a medida que se acercan a la tercera edad, los sujetos de nuestra especie involucionan a su infancia.

Tomando como referencia a mis progenitores, que son los sujetos de observación (e incluso experimentación) más cercanos, advierto a veces comportamientos que me divierten sobremanera.

El otro día mi padre, por ejemplo, se cojió un berrinche oprque insistía en que el lugar en que se colocó el horno de la cocina en la Obra de mi casa (sí, por lo que se vé merece ser escrita con mayúscula), había sido idea suya, hasta el punto de casi amenazar con el divorcio si no se le reconocía su mérito. No por casualidad eran las 3:30 y aún no habia comido.

Por otro lado, mi madre recientemente se ha comprado un nuevo juguete: una máquina de envasar al vacio en bolsas. Bueno, pues ahora cuando uno abre la nevera parece que está en el supermercado. La que hay que liar para comerse un trozo de queso. No me extrañaría despertarme un día envasado y con mi nombre y la fecha escrito en la bolsa (uff, que claustrofobia).

jueves, septiembre 08, 2005

"Busco ermitaño para decorar mi jardín"

A continuación me limito a transcribir una columna leida en la pag. 54 del Magacine de El Mundo del pasado domingo:

"A mediados del siglo XVIII y, por supuesto, entre la altísima -y aburridísima, al parecer- sociedad, no eras nadie si no tenías una ermita en el jardín. Sin embargo, la extravagancia no estaba copleta si, además, no tenías un ermitaño dentro de ella.

Fue por esas fechas cuando Lord Cobham publicó en la prensa londinense un anuncio donde solicitaba hermitaño. Buscaba a alguien dispuesto a servir durante 7 años en su ermita. Le proveería de Biblia, lentes, alfombrilla para los pies, almohada, reloj de arena, agua y, por supuesto, comida. Por su parte, el ermitaño se comprometería a llevar siempre una piel de camello y a no cortarse jamás el pelo, la barba o las uñas. Tampoco le dirigiría una palabra a nadie ni vagaría fuera de los límites de la propiedad. Radical". Pozi.

domingo, septiembre 04, 2005

Calor y Manías

Advertencia: lea esto antes de leer (ummm... eh?, sí)
Hoy me he despertado subrealista. Éste texto puede llegar a provocar fuerte malestar en personas demasiado racionales y/o/u apegadas a la realidad.


Todos sabemos que hay personas más sensibles al calor y otras más sensibles al frío. Es curioso que nuestro riquísimo lenguaje nos ofrezca una palabra para describir a las segundos: "friolero" y sin embargo no se pueda definir al que siempre pasa calor (me imagino que se debe a que el "calorero" no sobrevive en este clima de Dios, de forma que para qué nombrarle si ya se ha muerto o ha emigrado).
Tras esta introducción sociolingüista me refiero al caso que me vengo a referir: he descubierto que soy más sensible al calor por conducción que por radiación. Y no voy a explicarlo porque me parece muy complicado y no me apetece.





Cambiando de tercio quiero destacar cómo las manias se pueden pasar de unas personas a otras y con cuanta espontánea facilidad. Te daré un consejo de gratis (como en las películas): si hablando con alguien te das cuenta de que te va a contar alguna manía, párale los pies, ya que es posible que a los pocos días te descubras haciendo lo mismo que el/la/lo penco/a de tu amigo/a (raya/o, eh?).

Si siguieses mi consejo, dejarías de leer ahora mismo, porque me dispongo a contarte una manía de las muy chungas, sin embargo como sé que eres un/a/o morboso/a/e, vas a seguir leyendo Y SE TE VA A PEGAR LA MANÍAAAA, JA JA JA!! , EL MUUUNDO SERÁ MÍO/A!!!.

La anécdota es asín:

Aquel que conoce el lado no virtual de mi entidad (osea, a mí), sabe que en mí se cumplen las tres "Des": soy el más desordenado y despistado desastre del mundo (me he pasao?). Mi ahbitación consiste en un caos de variopintos objetos, libros, papeles y ropa bajo el que sólo una persona perspicaz puede distinguir el mobiliario (ver el post ropa amontonada).

Pues un buen día, mi hermano, que es la antítesis de lo descrito (de hecho es casi un robot... joder! pues lo mismo es un robot!!), me contó que tiene una manía: no se puede dormir si no tiene el armario de la ropa cerrado. Bueno, desde entonces a mí me ocurre igual. No importa si junto a mi cama un tigre está cazando a un búfalo que ha salido de debajo de la silla o un castor hace una presa con mis zapatos; con eso duermo estupendamente. Ahora, la puerta del armario cerrada hasta que haga "clic".



Detalle del cajón de los jerseys


¿Tendrá esto algo que ver esto con mis tendencias sexuales? (ya sabes, armario... cerrado... joder ¡es que hay que explicarlo todo!), ¿será mi hermano realmente un robot?, ¿conseguirá el castor de mi mesilla sacar adelante a sus cuatro crías?....Próximo capítulo en mi blog.

¡Y comenta algo cojones!, que te estoy viendo.

sábado, septiembre 03, 2005

Hoy he aprendido tres cosas

·Postulado anti-Ariel: No existe el color blanco, todo lo que debería ser blanco está amarillento y aquello que te parece blanco en realidad es azul.

·Gran verdad: No todas las mujeres pueden dar el pecho, al igual que no todos los pechos pueden dar mujeres.

·¿Destino o desatino?: Te puedes llegar a poner un casco de moto con los guantes dentro e irte pensando que has perdido los guantes y que el casco nuevo te sienta fatal.