sábado, mayo 06, 2006

Historia de un elelctrón III

Yo no iba a esperar a que se decidieran por un sentido, así que me planteé donde estaba el norte y donde el sur (eso de tener los polos magnéticos es un triunfo) y llegué a la conclusión de que la cosa era, o hacia la central hidroeléctrica de Peñalvete, o hacia Cadiz.
Elegí lo obvio, y planeé mi huida de aquel dime y direte. Había observado que las capas superiores de la nube electrónica estaban mas deshabitadas, y que no te atropellaban en cada quiebro, como en una estampida. La idea consistió en que cada vez que volvíesen a Peñalvete, yo me haría el longuis, pegaría un salto con todas mis fuerzas e intentaría quedarme donde estaba. Al final conseguí hasta avanzar en el sentido contrario, pegando pisotones a los otros, que se quedaban atonlondrados, sin salir de su asombro.

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